Iba caminando por las tiendas, hipnotizada por los escaparates, cuando algo llamó poderosamente mi atención. No fue un vestidito Gucci ni una bolsita Töus... fue el porte tan varonil con el que caminaba hacia mí. Lo miré de abajo hacia arriba y me quedé de una pieza al ver quien era. Era él, mi primer amor.
Bien que recuerdo como terminamos. Hicimos nuestro final de película joligudense, terminamos con un beso, con todo el dolor de nuestro corazón nos despedimos y mandamos a volar mutuamente. No nos volvimos a ver en... ¿cuánto sería...? ¡ah, si! Como unos 4 años. Y seguía igualito, pero como los buenos vinos, más añejo, más... más mejor, pues.
Discretamente, me paré frente a una vitrina y observé mi reflejo, no me quedó duda que estaba muy bien, y lista para saludarlo. Dentro de mi reconocí la emoción de volverlo a ver, y ¿Quién sabe? Quizás pudiéramos volver a estar juntos de nuevo.
Calculé bien y caminé hacia él.
Me quité los lentes obscuros y le sonreí...
Me devolvió la sonrisa y abrió sus brazos con una clara invitación en la mirada...
y otra chica que venía corriendo detrás de mi, fue quien lo abrazó...
Me hice la loca y seguí caminando, ya ni ganas tenía de mirar atrás con toda la bulla que se escuchaba, queriendo imaginar que todo fue una confusión, que la chava era miope o algo asi. Algo pareció sonar como un "crack" en mi pecho y me dolió. Me di cuenta de que era tarde, demasiado tarde. Mi vida alocada jamás se acoplaría a la tranquila que él llevaba.
De todas formas fue bonito coincidir... un bonito encuentro que tal vez, sólo la física cuántica sea capaz de explicar.
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M.G. De los Reyes
28 de Julio de 2007
sábado, 28 de julio de 2007
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