Me despertó una caricia tuya, tus brazos me rodearon, tus labios exploraron y cubrieron de besos cada centímetro de mi piel. Perdí la cordura, a tu lado cada noche era una maravilla... Nuestros cuerpos se entendieron estupendamente, no así nuestras mentes... de ahí el choque inevitable.
Se supone que hablando se entiende la gente. Pero contigo no sirven ni las sutilezas del lenguaje. Vas y vienes caprichosamente. No fue tan grave, solo me había encariñado contigo. He vuelto a endurecer mi corazón. Tu quieres compromiso y yo libertad; tu dices blanco, yo digo negro; y es una ironía, suponiendo que los opuestos se atraen. Te dejo las fotos, el tequila, los recuerdos, todo...
Nada me debes, nada te debo.
Solo déjame en paz, sal de mi vida.
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M.G. De los Reyes
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